16 agosto 2010

DEFENSA DEL DEPORTE

Durante un mes apenas he leído media docena de periódicos. Nada de redes sociales, ni de blogs. En una de mis pocas incursiones en la prensa me topé con esta "perla" del maestro Sánchez Ferlosio en El País:

"Que el deporte, actividad sin contenido alguno y sin más objetivo que el de la redundancia de la victoria como fin en sí mismo, haya podido transformarse en contenido principal, por no decir único, de esa mala pasión que es todo patriotismo arroja la más vidriosa sospecha sobre el patriotismo en general (...). La explotación publicitaria que por obra del Estado y no menos por los medios de comunicación ha tenido esta famosa Victoria de España (...) no puede dejar de provocar un repeluco hacia el deporte en general como el que le hizo decir a Leon Bloi: "Creo firmemente que el deporte es el medio más seguro para producir una generación de cretinos dañinos". A veces, en efecto, tan dañinos como los nazis (...). En fin, el patriotismo es una mala pasión (...). La mera idea de "lo colectivo" muchos la ennoblecen, porque no es personal; lo personal suele ser arbitrariamente tachado de individualismo y egoísmo; lo colectivo, en cambio, pertenece al Nosotros. Convendría, por tanto, señalar que el Nosotros no sólo en la gramática es tan persona como el Yo, sino también, por añadidura, como se ha visto en la unanimidad del Totalitarismo, muchísimo peor persona".

No es la primera vez que el autor de "El Jarama" y de "Industrias y andanzas de Alfanhuí", esa pequeña joya que me regaló Alfonso Armada, se envenena con el deporte, se eleva sobre su superioridad intelectual y, allí en las alturas, lanza una mirada miope sobre el objeto de sus odios. El manido argumento nazi no es digno de un tipo tan notable, ya que Hitler instrumentalizó el deporte para su causa (Juegos Olímpicos de Berlín 1936) del mismo modo que lo hizo con los medios de comunicación, el arte y la literatura. Sobre el patriotismo habría mucho que hablar y desbrozar, y como acabo de aterrizar desde el limbo no tengo ganas de meterme en un charco, pero creo que el entusiasmo del Mundial tuvo que ver más con la pasión por el deporte y las ganas de correrse una juerga que con ese supuesto amor a la patria que también detesta nuestro escritor. Y la fiesta en solitario es aburrida, señor Ferlosio. Es onanismo.
Permítame defender la explotación publicitaria de la victoria de España por la prensa. Corren malos tiempos para el negocio y los periodistas tenemos que comer.
El deporte en su forma más pura, sin instrumentalizar por la política, es una caldera de emociones, un reto para superar las limitaciones humanas, un caladero de valores y una forma de cultura. El deporte une pueblos (y no me refiero al "pueblo español", sino a todos los de este pequeño planeta). La Copa del Mundo de Fútbol reivindicó a un país, Suráfrica, marcado por un pasado tenebroso. Entre nuestros deportistas abunda el perfil de buena gente respetuosa con las reglas y con el contrario. Jóvenes con talento que priman el trabajo bien hecho. Además, hoy la mayoría del público no se deja embaucar por el Panem et circenses. Después de cenar con el gol de Iniesta nos desayunamos con la cruda realidad de Zapatero. Y yo, hoy, con el comienzo de una nueva temporada laboral. Así que, señor Ferlosio, quédese con sus fobias que yo me quedo con el recuerdo de aquellos maravillosos días de julio cuando el Nosotros fue una gran persona.

Artículo completo de Rafael Sánchez Ferlosio, aquí.

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