11 junio 2009

GAROÑA

Comedor de la central nuclear de Santa María de Garoña, en Burgos. Comparto mesa y mantel con trabajadores del complejo. Son buenos tipos: defienden sus empleos, claro, pero también tienen argumentos en favor de la energía con peor fama del mundo. Si me hubieran preguntado en la década de 1980... Puntualizo: si mis jefes me hubieran encargado este asunto en aquellos años me habría acogido a la cláusula de conciencia. Ahora dudo, como de tantas cosas. Te haces mayor y dudas, hay que joderse. Les tranquilizo: ABC no es sospechoso. Aunque no les digo que pienso llamar a Greenpeace para el reportaje. Estamos completamente de acuerdo en algo: urge abrir un debate profundo sobre el modelo energético de España. Uno de ellos me mira y resopla: "No apuntes esto en la libreta. ¿Sabes qué es lo peor de todo? Que nuestro futuro no está en manos del Consejo de Seguridad Nuclear. Ni siquiera de un Gobierno de frikis. No. Lo peor es que estamos en manos de un iluminado. Así que da igual que seamos la instalación más segura del mundo. La decisión será personal y política, no técnica".

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