La madre de Samuel y Nicolás era una cría cuando empezó a trabajar en el periódico a principios de la década de 1990. Tras un breve paso por el ByN fue reclutada para un suplemento de empleo y formación, el ABC Nuevo Trabajo, que fue el más exitoso de su segmento (me limito a aplicar el criterio más valorado ahora: ingresos publicitarios). Visto lo cual, un adjunto apodado Mortadelo quiso darle glamour y se lo cargó al alborear el nuevo siglo. En los buenos tiempos aquel producto contaba 120 páginas, de las cuales un centenar estaban preñadas de anuncios que reportaban cada año a la empresa miles de millones de las antiguas pesetas. A veces se desviaba publicidad al diario porque no cabía en el suplemento. Pero, además, incluía buenas historias (aunque esto es un elemento definitivamente venido a menos) sobre management, inteligencia emocional, caladeros de empleo, escuelas de negocios, etcétera, reportajes que las nuevas generaciones de periodistas -que, al parecer, nacen sabiéndolo todo- deberían al mejos ojear; igual se les ocurre algo para salir del carril. Aquella chica imaginó y parió muchos de esos textos, a los que después de peinar le cambiabas una o dos comas en el peor de los casos. Siempre se quedó a los cierres sin rechistar (hablamos de jornadas que acababan al amanecer, con los pajaritos cantando en el jardín de la finca). Nunca utilizó su brillantez como trampolín; mucho menos otras armas evidentes. Y así le ha ido.
A la madre de Samuel y Nicolás, con menos de 40 años y un sueldo discreto, hoy redactora de una de las secciones con menos caché del periódico, le han aplicado el ERE no porque pasara por allí, sino justamente por lo contrario, aunque una semana después de la lectura de la lista ningún jefe la ha llamado para notificárselo. La redactora fantasma se va... pero no es "oficial". Por suerte, sus mellizos tienen dos meses y no tiene que explicarles (al menos por ahora) lo surrealista que puede llegar a ser la vida.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
5 comentarios:
Estremecedor. Mas como todo en la vida, será un espaldarazo para dar un salto definitivamente hacia adelante, que en otras circunstancias con seguridad no hubiera dado. La vida es surrealista, pero sabia.
Tantos cierres, tanto esfuerzo y ahora este final amargo. Un drama.
Apenas he cruzado tres palabras contigo, pero desde que te he descubierto en el blog, y a causa de lo que nos está pasando, te has convertido en lectura obligada. Siempre aciertas -o, al menos, siempre coincido con lo que dices-. El caso de esta mamá que tú y yo, y otros muchos, conocemos, es sólo una de las villanías que se están cometiendo, al parecer en la más absoluta impunidad. Al menos, te aseguro que por lo que a mí respecta, se lo estoy contando a todo el que conozco, periodista o político, para que trascienda la calaña de nuestros gestores. Pueblo de ballenas, y de algunos tiburones.
No tengo palabras para describir lo que siento. Querida redactora fantasma, a mí también me ha cogido este toro, pero ya sabes que yo soy un especialista en cargar siempre la suerte. En cambio, que te haya cogido a tí, que no estabas ni en el ruedo...
Compartí contigo noches de cierre cuando Mortadelo decidió que la suma de uno y uno nunca sería dos y lo hicimos con dignidad y algún acróstico.
De aquellos días y aquellas noches, ya sabes, me queda una envidia perpetua de cierta persona de frágiles clavículas en el peor de los momentos, pero también el reconocimiento para alguien capaz de escribir un reportaje interesante de cosas en las que yo apenas intuía un breve. Eso no es periodismo, eso es arte. Y tú tienes arte por arrobas. Eso no te lo va a quitar nadie.
Un beso de los fuertes, otro para Samuel y Nicolás. Y mucho ánimo.
Lástima que tan riguroso comentarista no sea capaz de hablar con los afectados para analizar los acontecimientos con cierto conocimiento de causa. ¿Lo haces todo así, chaval?
Publicar un comentario