Un familiar me dice que los periodistas estamos pasando de puntillas sobre lo que nos está ocurriendo, y es cierto. No sé si elegí la profesión más apasionante del mundo, pero seguro que es una de las más insolidarias. El otro día uno del gremio le hizo a Carlos Alsina, director de La Brújula, de Onda Cero, la pregunta del millón: ¿Por qué los medios silencian los EREs que sufren los colegas? Y Alsina, naturalmente, dio una larga cambiada. A pesar de todo, hay algún verso suelto. En prnoticias se publica el "Diario de un ERE" escrito supuestamente por una compañera de la Redacción y dedicado a todos, leales y traidores, luchadores y gente que se pone de perfil. Francisco Giménez Alemán, que fue apodado "el Breve" por su corta estancia en la dirección de ABC, pero al que deseo larga vida porque nos arregó la plena dedicación a unos cuantos, se despacha a gusto en el último número de la revista "Periodistas". Pide "denunciar la actitud de no pocos editores que, de un día para otro, dejan en la calle a compañeros que lo han dado todo, incluidos horarios sin término, por sacar adelante la información que venían persiguiendo desde hace días y meses o por poner punto y final a la última edición de madrugada. Estamos pagando la ineficacia de unos gestores que han suplantado al director profesional y que toman decisiones incomprensibles convirtiendo el diario en un bazar donde se venden abalorios, cacerolas y televisores descatalogados por las marcas". Y hoy, jugándosela definitivamente ante los "tontos del cool", Oti Rodríguez Marchante escribe en el D7: "El «decapiting», mal que nos pese a la purria, tiene su gracia: consiste en coger un manojo de juntaletras, de tipos ya grisáceos y revenidos por los millares de artículos escritos, firmados y sellados con su prescindible nombre, sobre los cuales pasará a cierta altura una guadaña manejada por un señor con un traje de tres mil euros, y ver cuántas cabezas caen y cuántos botes dan en el suelo" (La moda del "decapiting").
Sin embargo, en estos días traumáticos seguirán escuchándose más reproches y susurros ("Tú no te muevas...") que denuncias. Y, sobre todo, seguirá retumbando el silencio.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
"Las focas caían como periodistas, y los periodistas, como focas".
Igual podíamos hacer un cartel como el del lince y el bebé...
Estamos en un fin de ciclo del que somos meros ciclistas, somos suplies de un mo(r)tor de explosión en el que las piezas se intercambian por otras muchas veces más baratas.
La profesión era hermosa y las historias siguen siéndolo. Pero ya nada será igual. Nunca pensé que Darwin sería un teórico del periodismo... Evolve or die. Y como focas deberíamos desarrollar órganos como helicópteros para escapar de la que viene.
Pero es que la profesión está como el Serengheti. O como los cuadros de Pieter Bruegel (el Viejo).
¡Tenemos un documental en la 2...!
"Los bañistas y el tsunami", propongo como título.
Publicar un comentario