17 junio 2010

LA REDENCIÓN DE HOUSE

El doctor H está tirado en el suelo del cuarto de baño con dos pastillas de vicodina en la mano. Acaba de romper el espejo que le devolvía la imagen de un hombre solo, amargado, frustrado por la muerte de su última paciente con la que (oh, milagro) tuvo un chispazo de empatía. Además, la mujer de su vida ha decidido casarse con su novio y, al enterarse, él le ha regalado una bordería marca de la casa: “Es genial, una lección vital de una madre soltera de mediana edad que sale con un hombre-niño”. Detrás del espejo, en un agujero de la pared, esconde su alijo de drogas. ¿Qué tal un último viaje, el definitivo, y dejamos de preocuparnos por el dolor? Los que estamos al otro lado vivimos el desenlace con el corazón en un puño. “Ayúdeme”, el último episodio de la estupenda temporada 6 de House, culmina la redención de una serie que había dado síntomas de agotamiento.
Y no por culpa del lupus.

Tengo un amigo al que le divierte House, pero si fuera paciente de él “le metería el bastón por la boca”. Es posible que los métodos que este médico cojitranco e impertinente utiliza con sus pacientes causen alarma, pero la muerte es infinitamente más borde. “¿Preferiría un médico que le coja la mano mientras se muere o uno que le ignore mientras mejora? Aunque yo creo que lo peor sería uno que te ignore mientras te mueres”.

¿Y qué me decís de la filosofía vital de este individuo? Todo el mundo miente. Ocurre en nuestra casa, en nuestro trabajo... Y, por supuesto, en la consulta del médico. Sin embargo, el doctor H, sentado junto al retrete, a punto de arrojarse él mismo por el desagüe, ya no puede engañarse a sí mismo. Es un tipo despreciable que transmite el infierno de su pierna (su maldición) a la humanidad. De repente, cuando parece que va a sucumbir a la vicodina, llega la doctora Cuddy. ¿A detenerlo? No. Tú mismo. Recuerdo una frase que House le soltó en su despacho: “Bonito traje. Dice: soy profesional sin dejar de ser mujer. Lo segundo lo dice a gritos”. Esta vez la directora del hospital no viene escotada y apretada, sino vestida con un mono de batalla. Le ofrece una información vital: “He dejado a Lucas”. En ese momento sabemos que los regates entre ambos se han acabado, que la serie se ha redimido del todo... y el personaje torturado está a punto de hacerlo. El beso final no miente. “Soy la persona más destructiva del mundo”, dice House, en un último intento por volver a la cruda realidad. “Lo sé”, le contesta Cuddy. “Te amo”.

(Versión extendida en abc.es)

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