22 mayo 2006

LOS MONSTRUOS GANAN EUROVISIÓN

El sábado estuve trabajando en casa hasta muy tarde y, como ruido de fondo, puse el festival de Eurovisión. Pido perdón de antemano. Este sarao perdió su encanto kitsch hace una eternidad; de hecho, la última canción ganadora que recuerdo fue “Waterloo”, de ABBA, y eso fue a mediados de los 70. Probablemente sea la maldición de sentimentalismo que nos persigue a los niños de los Chiripitifláuticos, porque si no, de qué. Así que dejé correr el concurso hortera, sin prestarle demasiada atención, mientras hacía otros deberes. Hasta que llegaron las votaciones y me senté frente al televisor. Eso sí que es irresistible, a pesar de que en esta edición no estaba José Luis Uribarri soltando doctrina. Las votaciones de Eurovisión son un tratado de geopolítica. Los países nórdicos votan a los nórdicos, los bálticos a los bálticos... y a España le votan Andorra y Albania. Luego TVE intenta amortizar su inversión organizando debates de altura, con Massiel como estrella invitada, donde se analiza el papel de los inmigrantes en las puntuaciones y, sobre todo, por qué no nos comemos una rosca, que si la coreografía, que si el vestuario... cuando la explicación es clara: los temas elegidos son pésimos, y el de este año, interpretado por las Ketchup, batía todas las marcas. No enviamos nada decente desde “Eres tú”, de Mocedades. Pero mirad por dónde mi pecado no tuvo penitencia, sino premio, con la victoria sin paliativos del grupo heavy finlandés Lordi, algo cantado según los expertos, pero que a mí me pilló desprevenido y casi me mata de risa. Cuando en la apoteosis final estos monstruos que dejan en pañales a los mismísimos Kiss interpretaron el tema “Hard rock hallelujah”, lagrimones de estupefacción cruzaron mis mejillas: la Vieja Europa estaba reinventando su gala más casposa haciendo una caricatura de la caricatura, sin reparar en gastos, con un par. Que nadie diga por ahí que no sabemos reírnos de nosotros mismos.

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