29 agosto 2006

NATASCHA Y LAS MALAS COMPAÑÍAS

“Por supuesto que mi adolescencia ha sido distinta a la de la mayoría, pero no tengo el sentimiento de que me haya perdido nada”. De todos los mensajes que componen la carta de Natascha Kampusch, la chica austriaca que estuvo secuestrada ocho años en un sótano en las afueras de Viena, ésta es la que me produce más escalofríos. Mejor definición del síndrome de Estocolmo, imposible. “Me he ahorrado un montón de cosas: el tabaco, la bebida y las malas compañías”. Deducción: Wolfgang Priklopil, el tipo que la secuestró y acabó suicidándose cuando Natascha se dio a la fuga, era una “buena compañía”. “Era una parte de mi vida. Por eso, en cierta forma, me apena su muerte”.

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